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30 Cartas cortas de un hijo en la cárcel a su madre

Las cartas son un hermoso método de expresión de ideas, pensamientos, pero también de sentimientos. Con una carta podemos hacerle sentir al otro los sentimientos más variados, emociones de todo tipo. A continuación tocaremos una temática muy fuerte, pero también especial. Presentamos 30 cartas de cortas de un hijo a su madre desde la cárcel: sentidas y expresivas. 

Cartas cortas de un hijo a su madre desde la cárcel

1. ¿Qué decirte desde aquí, querida madre? Estoy pagando por mis errores, mis desviaciones, mis pecados. La vida se ha vuelto dura de repente, porque siempre si te tenía a mi lado la luz era evidente. Ahora todo es oscuridad, pero debo enmendar lo que he hecho. Me duele también tu dolor y dejaré en ti la decisión del perdón o no. Pero no quiero que te olvides de algo desde aquí: que te amo con toda mi alma y siempre lo haré.

2. Mucho cemento y kilómetros de distancia ahora nos separan, querida madre. He encontrado en esta carta una forma para comunicarme contigo. Siento que estoy pagando por algo de lo que no tengo la culpa y un profundo odio hacia la vida hay en mi corazón. No sé si son las palabras adecuadas para comunicarme contigo. Espero que tú y la familia esté afuera bien. Ya no los podré cuidar más, pero rezaré todos los días para su bienestar. Merecen lo mejor.

3. No te merecías un hijo que terminara en la cárcel. No te lo mereces y ese es el motivo por el cual te estoy dedicando esta carta. Sé que tienes una enorme culpa y que la llevas como carga por todos lados. Sé que sientes que te señalan con el dedo por lo que ha hecho tu hijo. Pero eso es lo que debes entender: lo he hecho yo y nadie más que yo. Que el barro de mi error no te salpique. He cometido delitos que debo pagar. Así son las reglas y me adaptaré.

4. No tengas miedo de lo que pueda pasarme en la cárcel, sabes que si hay personas duras aquí encontrarán a alguien más duro. Me he hecho amigos, aquí es la única manera de sobrevivir. Los delitos de afuera están presentes también adentro. La cárcel, o por lo menos está cárcel, no te reforma, sino que profundiza tus vicios y males. Espero que estés bien y cuides de mi hijo. Sé que lo harás a la perfección. Gracias por todo, mamá.

5. Sabes que yo no soy mucho de escribir, pero no tengo otra alternativa dada mi precaria situación. En la cárcel comemos mal, dormimos mal, vamos de cuerpo en cualquier lugar. Pero siento que Dios me puso esta prueba por mis equivocaciones. No te confundas, mamá: no sé si volveré a pecar nuevamente. Mi carne es muy débil, pero sé que aquí debo intentar ser una mejor persona. El sol volverá a brillar nuevamente para nosotros en algún momento.

6. Estar adentro es un cachetazo de la realidad. Sí, afuera vivía bien, sentía lo que era la libertad. Ahora vivo encerrado, con horarios fijos, carencias cotidianas y sin voz alguna. Por ahora me ven como el nuevo y me tratan como tal los otros prisioneros. No te preocupes por mí, mamá. Tengo aquí lo que merezco y si Dios así lo quiso así será. Me he tatuado adentro sus nombres para recordarlos si el paso del tiempo daña mi memoria.

7. Perdona madre si esta carta tiene faltas ortográficas, es que nunca antes lo había hecho. Me dijeron que es la mejor forma para comunicarme contigo, ya que el tiempo de visita es muy corto. Espero que estés bien, que la familia esté bien. Sé que estarás llorando al leer esta carta, pero te vuelvo a decir lo que te dije en vivo: no es tu culpa. Fue mi culpa y lo estoy pagando. Además si saliera afuera lo volvería a hacer, así que mejor estar encerrado un buen tiempo. Quizás todo lo que me falte aquí haga que vea con mejores ojos todo lo que tenía afuera. Te amo, no lo olvides.

8. Cuando te vuelves un prisionero de una cárcel ya no le tienes miedos a los golpes, a la mala comida, a la cama poco cómoda o al baño sin higiene. Cuando estás aquí dentro solo le temes al olvido de los que están afuera. Te escribo esta carta, mamá, para que no me olvides. Tu hijo cuenta los días para volver a verte a ti y a toda la familia. No he cometido un gran delito, el tiempo es corto y de la experiencia sacaré muchas enseñanzas. Te amo mucho, te amo más de lo que las palabras pueden expresar.

9. No hay consuelo, mamá, para el encierro que vivo todos los días. Sabes que no cometí el delito que me atribuyen y eso hace que todo sea más absurdo, sin sentido. Perderé el poco tiempo que me queda tras estas rejas, si no me mata antes otro prisionero, el hambre o alguna enfermedad. Este lugar es un asco y no lo merezco. Pero contaré los días como aquellos que me acercan, paso a paso, la libertad. Lo merezco, nuestra familia lo merece. No sientas vergüenza por un hijo que es inocente.

10. Es doloroso estar encerrado. No sé si lo merezco o no, cuando uno vive como vive ni siquiera tiene tiempo para pensar. Solo hay un dato curioso, mamá: desde la ventana de mi cárcel puedo ver una pradera verde y hermosa. No sabes las veces que he imaginado verme corriendo, escapando, por ahí. La libertad está tan cerca y sin embargo tan lejana al mismo tiempo. Creo que no hay peor torturra que esa aquí y eso que la comida es una auténtica porquería. Te seguiré mandando cartas, madre, si no te molestan. Siempre están la familia y tú en mis pensamientos.

Palabras emocionantes en cartas de un hijo que se encuentra en la cárcel a su madre

11. Madre, te pido perdón. No hemos hablado desde que estoy aquí dentro. Pero quiero decirte que te pido perdón. Has hecho todo bien en la vida, me has brindado todo el amor. El fracaso, el desastre, siempre seré y efectivamente soy yo. Te he fallado de la peor manera. Que pase el tiempo que tenga que pasar. Te pido perdón, no te sientas culpable del desastre que ha hecho tu hijo.

12. Quizás no supe qué hacer con tanta libertad, quizás siempre he sido un delincuente, pero solo potencial. Siempre me gustó la idea de sacar lo ajeno, de imponer mis reglas, de hacer lo que se me plazca. Ahora madre, aquí dentro, todo eso serán simples quimeras. Y lo tengo muy merecido, porque soy un delincuente. Siempre lo supe, ahora la cárcel me lo recuerda de manera clara y evidente.

13. Tú tienes la culpa de que esté adentro y te lo tengo que decir. No quiero nada de ti, no quiero saber nada de ti. Mi vida ha sido dura desde que he llegado al mundo por tu culpa. Ni siquiera quiero llamarte madre, porque esa palabra nunca te ha sentado bien. Has sido una mala mujer y esa maldad yo la he mostrado en el mundo. Ahora estoy en la cárcel, pero tú sabes que has creado a este delincuente que ha salido de tus entrañas.

14. Te quiero mucho, mamá y te extraño también muchísimo. Has sido para mí siempre una motivación para seguir adelante y ahora que estoy encerrado eres la motivación para que salga de aquí. Me duele mucho no tenerte para abrazarte, para escuchar tus palabras de aliento, esas que me decían que todo iba a estar bien. Sufro mucho por eso, pero seguiré adelante, pase lo que pase. Gracias por tanto, debo limpiar mis pecados. He sido culpable y acepto mi destino.

15. No hay buena comida y extraño tu comida. No duermo bien y extraño la cama de casa. Aquí todos son violentos, pero yo también. Quizás ese salvajismo que siento en mi ser sea el que más me refleja. Quizás merezca este encierro por todos los errores que cometí. Aquí nadie piensa mucho o les importa muy poco. Podemos encontrar seres aberrantes o simples perejiles. No sé cuál de ellos seré. Pronto te mandaré otra carta, mamá. Te extraño.

16. Te mando esta carta como todas las semanas para contarte y tranquilizarte. Estoy bien, me he hecho amigos, que de algún modo pueden cuidarme. Aquí dentro hemos perdido cualquier derecho, aquí dentro solo sobrevive el más fuerte. Yo no lo soy y por eso temo. Pero creo que podré salir adelante, como siempre he podido. Nuestra vida ha sido dura y seguirá siéndolo. Ahora tendré que ser más duro yo.

17. Te pido perdón mamá, por los pecados que me han llevado a este encierro. Aquí dentro, con horas que no se pasan más, he podido reflexionar un poco. Y sí: sé que soy el culpable de todo lo que he hecho. Me duele el alma haberte fallado, pero estoy soy yo y debo aceptarlo. Cada error me ha traído aquí y cada expiación me sacará de aquí. Necesito ser un chico bueno nuevamente, ese que tú conocías cuando era un simple niño.

18. Extraño mi taza de café a diario, esa que me dabas para que me despertara antes de salir a trabajar. Extraño nuestras charlas, de todo tipo, esas que parecían no tener un final. Aquí dentro me doy cuenta todo lo que he perdido, mamá. La cárcel aprisiona mi alma y mi corazón. Estoy junto a los creyentes y pensamos que Dios nos ha puesto a prueba. La prueba la superaremos y volveremos a sonreír. Te lo prometo a ti, porque antes me lo prometí a mí.

19. No soy el tipo de personas que hace esta carta, pero me dijeron algunos amigos que a ti te haría bien. No te odio, mamá, simplemente me odio a mí y en lo que me he convertido. Me duele el tiempo que perderé encerrado, me duele todo lo que me perderé. Sé que cuidarás a mi hijo como la gran abuela que eres. El tiempo pasará, no lo veré crecer. Es la cruz que debo llevar.

20. No me arrepiento de nada de lo que he hecho. Un hombre se debe hacer cargo de los errores que comete y yo me haré cargo de los míos. No me importa a quienes he hecho sufrir, tampoco me importa si tengo que sufrir ahora. Has criado un mal hijo, tu hijo tiene maldad en el corazón. Quizás lo heredé de mi padre, que nos abandonó tan temprano. Ya no me importa nada, no me importa morir aquí dentro. Algunos me amenazaron, pero no saben que no se las haré fácil. Simplemente olvídate de mí, mamá. Sigue adelante, has perdido ya un hijo. Piensa que ya murió.

Cartas emotivas de un hijo hacia su madre desde la cárcel

21. Duele no poder abrazarte, querida madre. Este encierro se hace más pesado cada día. Al principio no lo crees, luego no lo soportas. Espero que afuera estén todos bien. Seré breve: te extraño y te quiero. Saludos.

22. Hoy tuve mi primera pelea con mi camarada de cuarto o celda o como se llame aquí. Es tan pecador como yo y no nos llevamos bien. No sé cómo terminará. Extraño la época en que todo era más fácil. Siento que no merezco estar aquí. Te mando un abrazo, mamá.

23. No sé cómo estarán afuera, pero espero que bien. Aquí el tiempo no pasa rápido, aquí todo es lento, una rutina de trabajo y encierro, una disciplina que no sabes por qué la llevas adelante. Pero he cometido tantos delitos que esto es lo que merezco. No hay odio, busco la paz aquí.

24. Escribo esta carta en un rincón que me asignaron. No nos dejan ni siquiera llevarnos a la celda un lápiz, por miedo a lo que podríamos hacer con eso. Sí, hacen bien en temer, porque siempre pienso en hacerle algo a alguien o en escaparme. Pero es imposible. Seguiré aquí, extrañándote como todos los días. Espero que llores cada vez menos, mamá.

25. Lo que más me duele de estar aquí es no poder hablar contigo. Siempre fuiste mi confidente y por ti lo daba todo. Nos faltó quizás buenas juntas. No tendría que haberme visto con tanta gente que me llevó por mal camino. Pero ahora soy un hombre y debo enfrentarme a lo que me toque. Así es la vida.

26. Veo por la ventaja y veo la libertad. Siento el aire de afuera, la brisa de primavera y me doy cuenta de todo lo que pierdo en este maldito encierro. Lo que más extraño son tus abrazos, mamá.

27. Te envío esta carta para que sigas adelante. Si me quieres recordar hazlo, pero si no lo deseas yo nunca te culparé. Mereces mucho más, yo he sido un auténtico desastre. No tienes la culpa de eso que he hecho de mí, del hombre en que me he convertido. Sigue adelante, con fuerzas, mamá.

28. El tiempo dentro de la cárcel es monótono, pero trato de llenarme de tareas para que sea algo más llevadero. Hace una semana que no me peleo con nadie, estoy haciendo buena letra, me estoy comportando bien. No te prometo que pueda seguir así, pero lo intentaré por ti. Te quiero mamá, los quiero y extraño a todos.

29. Yo no sé escribir, pero solo quiero decirte una cosa: no fue tu culpa. Te pido perdón, te extraño mucho. Y gracias por lo que me has dado o lo que has podido darme en la vida.

30. Tendría que haberte escuchado más. Tendría que no haber aceptado lo que me decían las malas personas, esas que me llevaron pos los peores caminos. Ahora la suerte está echada. Sinceramente nunca me importó morir, ahora tampoco. Perdón, mamá, es lo que me pasa por dentro. Espero que te llegue esta carta y no desaparezca en el camino como han sucedido con las últimas.

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