Las adicciones no son fáciles de tratar y siempre nos duele el alma, si somos proclives a ello, contar nuestros sentimientos a seres queridos que sufren al vernos así. Sin embargo, siempre hay un poco (o mucho) de sanación en la utilización de determinadas palabras. A continuación, como en ningún otro sitio, presentamos cartas de un drogadicto a sus padres: reflexiones en prosa.
Un testimonio de amor y recuperación: Cartas de un adicto a sus padres
1. No es fácil para mí escribir estas palabras, acercarle estos sentimientos en carta. Saben de mi adicción, saben de lo difícil que es luchar esta batalla y sin embargo siempre han estado a mi lado. Lamento por el hijo que les ha tocado. Son padres geniales, agradezco todos los días de mi vida tenerlos conmigo. Y si veo la luz al final del camino sabre que fue porque ustedes nunca me soltaron la mano. Los amo, papá y mamá.
2. Seré breve en esta carta como lo he sido siempre en mi vida: no tienen la culpa de todo lo que estoy viviendo. Yo he sido el propio artífice de mi desgracia, con esa voluntad de experimentación descontrolada ¡Y ya saben a dónde me ha llevado ese sentimiento nefasto! Aquí estoy, cometiendo errores nuevamente, como siempre. Los amo y sé que no estoy a la altura de todo lo que me han dado. Soy adicto y he perdido cientos de batallas: con su fuerza espero ganar esta guerra.
3. La adicción es un juego tan peligroso. Entras por diversión o por vacío, luego todo es demasiado tarde. Porque lo que empieza como simple prueba se convierte en un cuerpo necesitado. Tienen que entender, papá y mamá, que yo no puedo controlar más mi cuerpo, sus deseos e impulsos. Internarme ha sido la única alternativa para comenzar con el fin de esta desgracia que azota nuestra familia. Lamento cada momento negativo que les he hecho pasar. Espero poder reducirlos al máximo en el futuro.
4. No me tienen que dar explicación: simplemente ya no era un chico normal. No se tienen que disculpar por mi encierro, si ni siquiera yo mismo me puedo controlar. Quizás en un primer momento los odié profundamente por la decisión que tomaron, ahora ya en mi internado siento que simplemente fue necesaria. Era mi vida la que estaba en juego. Los extraño y extrañaré todos los días de mi vida. Espero que con las visitas me baste.
5. Queridos padres, ahora, con perspectiva, me he dado cuenta del embrollo en el que me he metido. Sí: ese embrollo se llama sustancias, en verdad de cualquier tipo. Siempre me he sentido carente, vacío y he querido paliar ese sentimiento con algo que me hiciera olvidar. Olvidé, valga la redundancia, cuál era mi risa genuina, mi felicidad mi verdadera e incluso la tristeza de mi corazón. Quiero recuperar mi ser auténtico: será una verdadera batalla, una de las más difíciles de mi vida.
Sanando a través de las palabras: Reflexiones de un adicto para sus padres
6. En sus miradas, papá y mamá, siempre encontré consuelo. Pero me di cuenta que verdaderamente la realidad se había vuelto una pesadilla cuando me di cuenta que de su mirada solo salía preocupación. Sí, yo me convertí en una molesta, en un obstáculo, en algo negativo. Y no porque ustedes fueran egoístas, sino porque soy demasiado importante para ustedes. Lo siento, juro que hago lo mejor que puedo y lamentablemente no alcanza. Pero seguiré luchando, siempre lucharé. Quizás estas palabras, esta carta breve, sane mi corazón.
7. Creo que el encierro tiene un efecto pedagógico inmediato: todos los momentos maravillosos en familia que me estoy perdiendo al estar aquí. Sí, extraño nuestras comidas, las profundas charlas, las miradas cómplices y sobre todo mis cosas. Extraño mi vida que me ha sido arrebatada por esta sustancia. Extraño mis sueños que he dejado truncos hasta volver a ser yo. No será fácil, pero lucharé. Lucharé no solo por ustedes, sino por mí.
8. Hoy me he levantado con optimismo. Siento que venceré todas mis adicciones, que mis amaneceres volverán a ser normales. Extraño tanto nuestros momentos juntos. Es realmente doloroso no encontrarlos cerca de mí. Sin embargo, quiero que esto sea un simple tropiezo, una mancha en mi biografía. Lamento todos los días de mi vida las molestias que les he ocasionado. Sí, sé que ustedes no lo verán así, pero yo sí. Necesito ser un mejor hijo porque ustedes son padres excepcionales.
9. La vida es muy dura luego de probar las drogas. No tiene sentido perderse en semejante maldición, pero debo admitir que a mí me pasó. Duele mucho semejante realidad, hiere el alma y el corazón. Sin embargo, aquí estoy: escribiendo esta carta para que sepan que estoy bien. Hay momentos oscuros, días en los que no me quiero levantar; y también otros en los que me acompaña el sol. Supongo que estas idas y venidas, altos y bajos, serán normales. Los extraño mucho. Siempre pienso en ustedes, papá y mamá.
10. Aquí estoy sanando y creo que esta carta también me puede seguir sanando. Y también a ustedes. Ha sido dura la abstinencia, ha sido duro no consumir más. Pero sabía que si seguía probando tal vez no viviría más. La realidad de la muerte hace que todo lo veas con una nueva perspectiva. Gracias por amarme tanto, gracias por siempre comprender mis deseos más intrincados. Gracias por aceptar un hijo adicto a pesar de todo.
Aprendizaje y crecimiento: Reflexiones de un adicto para su familia
11. Dicen que de todo se puede aprender y supongo que yo aprenderé de esto también. De las adicciones seguramente a primera vista no sale nada nuevo: si ni siquiera nuestro cuerpo nos pertenece. Sin embargo, algo bueno tiene que salir de todo esto. Lamento el sufrimiento que les he ocasionado, papá y mamá. Tanta noches de desvelos, tanto dolor en el corazón, cuánta incomprensión de mi parte. Pero ahora todo será distinto, yo sé que ganaré esta lucha sin cuartel.
12. Hay días en que la tristeza es profunda. Ya no sé si es mi tristeza o simplemente la abstinencia de las drogas. No lo sé, quizás todo eso indique una cosa: que me he perdido a mí mismo. Sí, es momento de recuperarme. Soy un ser fracturado, una persona partida, que debe volver a juntarse de manera urgente. Lamento tanto lo que hemos vivido, pero sé que mejores momentos vienen a mí. Sé porque los merezco. Porque a pesar del daño que me he hecho, no he eliminado en mí el deseo más importante: la búsqueda de la felicidad.
13. Quiero que sepan que ustedes no tienen la culpa de esto. Han hecho una tarea excepcional como padres. Me han hecho feliz en innumerables ocasiones y también me han marcado los límites cuando era necesario. Yo soy una persona autónoma y he caído aquí porque lo merezco. El dolor es infinito, la realidad es gris y aburrida. Sin embargo, todo será una pesadilla que pronto olvidaremos. Recordaré el aprendizaje, haré a un lado el dolor. Los amo, esta carta breve es para ustedes.
14. ¿Qué es lo que más me entristece de ser una persona adicta? La falta de control de mí mismo. Aún sé que soy adicto cuando pienso en lo mucho que deseo caer bajo la influencia de esas sustancias nocivas. Ni siquiera quiero nombrarlas apropiadamente, ellas no merecen nada. Me han sacado todo, me han sacado los momentos que tanto amaba con ustedes, papá y mamá. Hoy quizás no es un buen día, pero definitivamente es un paso más hacia mi liberación.
15. Debo confesar que los odié profundamente cuando me encerraron. Pero ustedes vieron lo que yo no vi: que mi control había desaparecido, que mis impulsos simplemente me iban a llevar hacia una muerte segura. Lamento tanto lo que pasó mi familia, lo que pasó debido a mí. Es muy doloroso todo esto. Siento que en algún momento saldré adelante, pero hoy no. Hoy simplemente es un día de lucha, uno más que se suma. Uno más, necesario, para conseguir el objetivo.
El viaje hacia la recuperación: Cartas conmovedoras de un hijo a sus padres
16. Voy en vías de la sanación, papá y mamá. Sí, no es un camino recto. Siempre hay sinuosidades, tentaciones de lugares en donde me quedaría. Aquí, me dicen siempre, no hay atajos. Es una larga vía. Quizás hoy no vea aún el final de esta liberadora travesía, pero ya llegará. Lo importante es el sentido y, quiero decirles, lo hago tan rápido como puedo. Los amo mucho, no se olviden de mí ni un solo día porque los necesito.
17. Su energía siempre me ayuda a mí en los momentos más difíciles. Siento que llega y si tengo recaídas me vuelve a levantar. Una adicta como yo necesita que sus seres queridos les envíen buenos pensamientos, le hagan llegar su presencia, su escucha atenta. Todo eso siempre me lo han dado y estoy eternamente agradecida. Seguiré luchando porque esta es una gran batalla, una en la que venceremos.
18. No hay mayor dolor que el que paso en la actualidad, pero sé que son las pruebas necesarias para salir adelante. Estoy pagando lo que hice en el pasado, soy mi consecuencia andante y merezco lo que vivo. Lamento tanto daño que le he hecho a mi pobre cuerpo, lamento tanto daño que les he generado a ustedes. Pero dicen que el sol siempre sale luego de la tormenta y espero que en esta ocasión suceda. Venceré, me sobrepondré y volveré a ser el chico sonriente que nunca debería haber dejado de ser.
19. Malditas drogas, sí malditas drogas. Me han sacado todo lo que amo: mis amistades, mi familia, mi libertad. Aún no puedo controlarme, aún siento que mi carne y mi cabeza es muy débil. Sin embargo, sé que en algún momento saldré adelante y si es así sabré que fue porque ustedes no me dejaron bajar los brazos. Sus palabras son mi aliento, sus visitas lo que me sostienen en pie en los momentos más difíciles. Los quiero mucho y simplemente les pido perdón, papá y mamá.
20. Si hubiera sabido las consecuencias de esto nunca habría ingresado al mundo de las drogas ¿Por qué lo hice? Porque todos los de mí círculo lo hacían, porque pensé que sencillamente sería divertido. Pero nadie nos cuenta las contraindicaciones de esta aventura tan siniestra. Me duele tanto el alma y el corazón por haberle fallado a mi familia. No me han visto aún con ojos de decepción, pero yo sé que los decepcioné. Solo me queda ahora luchar por la curación, salir adelante para demostrar que yo puedo sobreponerme ante semejante malestar.
Palabras sinceras de un hijo adicto a sus padres
21. No soy bueno escribiendo cartas, pero aquí me tienen haciendo el intento. Me lo recomendaron porque me dijeron que es parte de la sanación. Extraño mucho nuestros momentos, extraño tanto mi libertad. Pero quiero ser sincero con ustedes, papá y mamá: he cometido un error y estoy pagando por ello. O mejor dicho: he cometido muchos errores, he caído en toda clase de tentaciones y aquí estoy, internado, como si fuera un loco. Y hay mucho de locura en la drogadicción, así que lo acepto. Pero sanaré. Lo pueden dar por hecho.
22. Hay mañanas en las que me siento segura de mi evolución, en las que creo que realmente he dado un paso adelante. Hay otros días en los que siento que no es así: me duele el cuerpo, soy un manojo de indecisión. No soy digna aún de la libertad que tanto añoro. Necesito cuidados, necesito que me sigan de cerca. Esta carta simplemente tiene el sentido de comunicarles que así me siento hoy. Tal vez mañana sea un mejor día.
23. Me arrepiento de lo que he hecho no solo por mí, sino por el dolor que he acarreado a tanta gente. He fracasado como ser humano, como persona. Lamento mucho la realidad que les hago vivir en este momento. Un hijo adicto no debe ser algo fácil de digerir. Y lo peor es que presiento que ustedes deben estar escarbando en el pasado, siendo minuciosos en cada una de mis acciones y echándose la culpa. Papá y mamá: no lo hagan. Soy el constructor de mi destino y el gran culpable de esto. Por favor, no lloren, no se maltraten: soy un individuo adulto que ha caído en el peor de los infiernos y quiere volver a ver la luz nuevamente en algún momento.
24. Es muy dolorosa la vida desde este lado. No puedo controlar ni siquiera mi fisiología cuando mi cuerpo me pide una sustancia. Sí, sé que eso es la adicción, esa es la triste noticia de que aún no he curado. Pero aquí me encuentro con personas que surcan caminos similares. Todos librando su batalla, todos volviendo a querer ser libres en algún momento. Es una lucha difícil, pero tal vez nunca tuvimos una en la que fuera tan necesario vencer.
25. Cuánto dolor he ocasionado en mi familia, cuánto dolor he generado en mi papá y mi mamá. Su rostro ante mis recaídas siempre ha sido de desesperación, el de no tener respuestas porque no sabían qué hacer. Ahora simplemente les quiero mandar, en esta breve carta, una noticia positiva: estoy mucho mejor, me siento más cerca de lo que fui en algún momento de mi vida. Quiero que confíen en mí, porque yo tendré muchas más fuerzas si es así.
Más cartas sensibles de un hijo adicto a sus padres
26. No le deseo una adicción ni a mi peor enemigo. Sentir que el cuerpo no te responde, que la libertad la has perdido, que los impulsos más bajos te llevan a la destrucción. Todo eso no se lo deseo a nadie. Pero las drogas me han hecho entender algo: cuánto me odiaba, lo malo que era conmigo. No sé cuál es la causa, pero es así. Me acostumbre a doblegarme y este es mi resultado. Quizás salir de las drogas, paradójicamente, sea mi mayor acto de amor, amor a mí mismo.
27. La lucha contra las drogas parece nunca terminar. Aquí no hay nada peor que pensar que se ha vencido. No, porque se puede recaer, no porque la tentación puede volver a aparecer. Hay que ser meticuloso, queridos padres, hay que tener una fortaleza interior como ninguna. No sé si estoy hecho de esa madera, pero lo intentaré, porque no quiero perderlos nuevamente. La droga te mata la vida y te quita tiempo: no hay nada más doloroso que esa funesta combinación.
28. Qué dolor no poder abrazarlos cuando quiero, qué pena no poder conversar con ustedes cuando lo deseo. Sí, es muy hiriente para mí semejante pérdida de libertad, pero es lo que debo pasar por todos los errores que he cometido. Me duele tanto haber caído en donde caí, pero ya saben lo que dicen: no se puede estar más abajo y si lo estoy es simplemente para tomar impulso. Espero que solo sea recordado como una mala pesadilla este momento de mi vida.
29. Las drogas te arrebatan todo: te quitan tus amigos, tus momentos, tus sonrisas, tus amores, tu familia y más. La droga me ha quitado todo, me ha despojado de todo lo que una vez fui. Te vuelve un ser simple, casi elemental: tienes una adicción y la intentas saciar, para que luego esa adicción se vuelva más grande aún. Así que el panorama es complejo, papá y mamá. Pero debo ser sincero con ustedes para que sepan lo que siento. Les quiero decir, de todos modos, que los amo mucho y los extraño más.
30. De los errores se tiene que aprender. De este, el gran error que he cometido en mi vida, deberé aprender de una buena y maldita vez. No más adicciones para ser feliz, no más sustancias para ser libre y autónomo. Volveré a ver la luz luego de la tormenta porque así se lo prometí a mis seres queridos. Y también porque me lo prometí a mí mismo. No duden de mí, papá y mamá. Será difícil pero no imposible.