Las drogas son un flagelo histórico de la sociedad, una lucha incansable para su víctima y un dolor inmenso para todos los seres queridos que rodean a aquel. La lucha es constante, el temor a la recaída siempre posible. A continuación, como en ningún otro sitio, presentamos hermosas cartas de un drogadicto a su madre: una selección.
La lucha y el amor: Cartas íntimas de un adicto a su madre
1. Otro día más, querida madre. Disculpa si te lo tengo que decir así. Es que todos los días para mí son una profunda lucha. El temor a caer nuevamente en la tentación es muy peligroso ¿Sabes una cosa? Quien se droga, como yo (no tengo miedo en decirlo en voz alta), tiene ciertos horarios de mayor tentación que otros. Es muy difícil dejar de pensar en aquello que tanto te atrae, aunque sepamos que también es un daño a la salud y, con un poco más, un adiós a la vida. Pero seguiré luchando, quiero decirte que no me daré por vencido. Porque yo lo merezco, porque tú lo mereces.
2. Hoy no he recaído, mamá y quiero mandarte esta carta para que te sientas contenta por mí. Sé que es una pequeña victoria, pero la necesito festejar con quien más quiero en el mundo. Todos los días son difíciles, desde que me levanto hasta que me acuesto. La tentación es grande porque es el cuerpo mismo quien me pide esa sustancia nociva. Pero soportaré por ti y todos mis seres queridos. Cuando consumo me siento tan culpable, porque sé que esa sustancia maldita me aleja de todos los que amo, me aleja de la vida misma. Pero hoy no he recaído, mamá, lo repito. Quería contarte sobre mi pequeña victoria, quería imaginarme tu sonrisa sutil mientras lees esta cartra de tu hijo.
3. No pienses que eres culpable de lo que me sucede, mamá. Tú has hecho todo bien desde que me trajiste al mundo, tú has hecho de mi vida un lugar más seguro. Las drogas son mi decisión y mi culpa. No soy víctima de la sociedad, no soy víctima de la familia y, definitivamente, no soy víctima de ti. Tú solo me diste amor, yo realmente no estuve a la altura. Por momentos pienso que la batalla está perdida, porque mi cuerpo me arroja con toda su fisiología a las sustancias más nocivas. Si hay esperanza es por ti. Gracias mamá y perdón por hacerte pasar tan malos tragos sin querer.
4. No hay nada peor que ser un adicto a las drogas, mamá. Como nunca el ser humano, ahora yo, siente un desgarro tan grande en su interior ¿Por qué? Porque mi razón me dice que no consuma, sus fundamentos son fuertes, acertados y sin lugar a dudas imbatibles. Sin embargo, mi cuerpo dice que sí, sin importar el mañana. El cuerpo es ciego, es un impulso, un arrebato y cuando me quiero acordar otra vez caí en el más oscuro de los infiernos ¡Cuánto dolor, mamá! No paro de recaer, no paro de perder ante la maldita droga.
5. No solo duele ser una persona drogadicta. Sabemos que eso es lo bastante estigmatizante en la sociedad, que te cierra puertas sin cesar. Pero, lo repito, no solo duele ser una persona drogadicta en cuanto a lo que le hace a uno, sino también en relación a lo que le hacemos a los demás. Y tú, mamá, siempre has estado a mi lado. No mereces esto, mamá querida. Tú solo has sido apoyo y amor, yo no entiendo por qué me encuentro en este lugar. No sé en qué momento empezó, ahora todo parece un viaje de lo más confuso y siniestro. Lucharé, sin embargo, por ti. Y lucharé por mí.
Palabras de perdón y esperanza: Reflexiones de un adicto para su madre
6. Esta carta es una carta de amor, mamá. Sabemos que hoy mi realidad con las drogas es dolorosa, sabemos que la batalla la sigo perdiendo y mi salud se desvanece. Pero quiero decirte esto, porque sé que la conciencia te carcome: todo es culpa mía ¡Lo repito: todo es culpa mía! Porque sé cómo te atormentas, mamá, en todos los momentos del día. No es tu culpa, es mi responsabilidad. Soy un adulto, no un niño. Sin embargo, tu amor es el que me mueve a luchar. Ojalá, querida madre, que el sol vuelva a salir para nosotros dos.
7. Esta es la carta, una breve carta, de un hijo drogadicto a su madre. Sí, drogadicto, una palabra fuerte y llena de dolor. Pero las palabras hay que decirlas, hay que anunciarlas, aunque desgarren el corazón. Hoy soy una persona drogadicta, porque la tentación me ha ganado y todas las sustancias que he probado solo dañan mi salud y mi alma. Soy drogadicto porque no puedo decir que no, porque el impulso es tan grande que sale de todo mi cuerpo. Te cuento esto, mamá, para que lo entiendas. La lucha no es fácil, es día a día, pero tengo fe que el futuro será mejor. Me despido, madre, para que sepas que te amo y la esperanza nunca la pierdo.
8. La droga no solo duele por lo que te hace a ti que la consumes, sino por lo que hace a tus seres queridos. Siempre pienso en ti, mamá, y cómo te he fallado. Te he fallado porque me diste solo amor y yo he caído en la drogadicción ¿Pero por qué? Te sorprenderás, querida madre, al saber que no tengo clara la respuesta a esa pregunta ¿Por hastío a la vida? ¿Por no encontrarle sentido? ¿Para llamar la atención? ¿Debido a que así lo querían algunas siniestras compañías? No lo sé, pero aquí me encuentro, de la nada, como mosca envuelta en una telaraña. Pero saldré adelante, mamá. Y el sol de la esperanza brillará nuevamente para nosotros.
9. Las drogas son lo peor que me pudo pasar. Es que siempre, mamá, estamos acostumbrados a luchar contra enemigos exteriores. Lo vemos y al verlo podemos huir o enfrentarlos ¿Pero qué hacemos con un enemigo que viene desde el interior? ¿Cómo luchar con ese enemigo que en realidad soy yo? Yo impulsado a drogarme cuando sé que no lo debo hacer, esa tentación que me arrebata la vida simplemente por un pequeño placer. Y luego la recaída, el desconcierto y la tremenda culpa. La esperanza en un futuro mejor es lo único que le da sentido a todo ahora, mamá. La esperanza de poder estar contigo, nuevamente, y decirte que he vencido a las drogas definitivamente. No olvides que te amo.
10. ¡No hay mayor dolor que no ser! Cuando me drogo, debo contarte mamá, yo no soy. Hay algo que me arrebata, que me impulsa y casi como un cuento de terror cuando recuerdo ya ha pasado. Ya ha pasado aquí significa algo doloroso: ya he consumido. Mi cuerpo no lo agradece, mi alma tampoco. Y quien se droga sabe que ya no es funcional a la sociedad, que su pensamiento se vuelve monotemático: volverse a drogar. Duele mucho perderme tantos momentos a tu lado y con la familia. Ojalá algún día vuelva a ser capaz, ese maravilloso día que sea el comienzo del no a esta maldita sustancia que arruina mi ser.
El poder del amor maternal: Cartas conmovedoras de un hijo en busca de redención
11. Querida mamá, hoy y desde hace un buen tiempo me enfrento a las consecuencias de mis acciones con un corazón lleno de remordimiento. Porque las lucha contra el consumo de drogas no solo es por mí, sino también por mis seres queridos. Has hecho todo lo que ha estado a tu alcance, me brindaste las soluciones más costosas al precio de dejar todo el dinero en mí ¡Pero no es justo! Te prometo, mamá, que encontraré una solución. Apelaré a lo que sea necesario para derribar esta tentación. Tú crees en Dios, así que por favor dile que ayude a esta oveja descarriada. Realmente, mamá, necesito mi redención.
12. La esperanza, dicen, es lo último que se pierde. Las drogas me han arrebatado mi pareja, mi dinero, mis propiedades y también casi toda mi familia. Solo quedas tú, querida madre, como soldado estoico que permanece tras una batalla perdida. Duele verte así, porque aunque te muestres fuerte conmigo sé que sufres mucho, una verdadera tortura, por dentro. Pero esta carta, mamá, tiene un sentido claro: no voy a perder la esperanza. Lucharé aunque mi cuerpo diga que no. Lucharé porque básicamente tú estás luchando conmigo desde la primera hora. Y a quien uno ama no se le falla nunca.
13. Las palabras no pueden expresar cuánto lamento el daño que te he causado. Estoy decidido a cambiar y a luchar con mi adicción, mamá. Sé que tal vez ya no me crees, porque aunque me ames debes saber lo difícil que es esto. Sí, yo también lo sé todos los días de mi vida. La resolución que tengo ahora, mientras escribo estas palabras, quizás dentro de unos minutos sea débil y se desvanezca con el viento de la tentación. Sé que las batallas son diarias en un principio y yo recién estoy luchando. Pero mamá, esta carta, quiero que sepas, son una verdadera declaración: lucharé aunque sienta que no pueda, me negaré aunque todo mi cuerpo no quiera. El futuro será brillante, te lo prometo.
14. Hola, mamá, aquí estoy nuevamente. Hace mucho que no sabías de mí, por eso quise escribirte esta carta. La adicción me ha llevado a cometer errores imperdonables y entiendo que has sufrido demasiado por mi causa. Estoy luchando cada día para superar esto. Pero deseo decirte algo más: no pienses que es algo personal. Yo te amo con toda mi corazón y ante cada recaída pienso cómo te destruyo. No lo hago a propósito, simplemente no me puedo controlar. Soy una suerte de niño que no puede calcular las consecuencias de su accionar. Pero te amo mamá y cree realmente que voy a pelear.
15. La vida muchas veces te golpea de manera fuerte. Yo creo que he sido el golpe más duro que has recibido, mamá. Sé que no lo esperabas, sé que diste lo máximo por mí. Mi vacío ha hecho el resto. Y no porque no me hallas brindado amor, sino porque no pude cargar con tanta frustración. Pero esta carta deseo que sea también de la esperanza y del amor. Te amo con toda mi alma, mamita querida y sé que saldré adelante. Costará, habrá arrepentimientos, también me haré trampas a mí mismo innumerables veces. Sé que la fortaleza que me envías me permitirá no caer. Sé que podré, mi corazón también lo sabe.
Sanando heridas familiares: Cartas de un adicto que honran a su madre
16. Una carta es una explicitación de sentimientos y también una forma de sanar. Admito, mamá, que no sabía si escribirla o no, pero una enorme necesidad me arrobó: la necesidad de que entiendas lo que me pasa. Hoy soy una persona drogadicta. Sí, tu hijo lo es, porque no puedo no recaer si no es con ayuda profesional. Pero necesito que seas fuerte, que sanes, que te dejes de culpar. Porque eso me va a ayudar a mí para llevar adelante esta batalla de la mejor manera. Mamá, no es tu culpa, déjate de lamentar. Tu hijo es una persona adulta que ha metido la pata de verdad. Te amo, no llores, es hora de sanar. Yo lo haré con mi cuerpo y tú con tu alma: ese es un milagro de verdad.
17. Hoy me siento abrumado por la culpa, por eso estoy escribiendo esta carta para ti, mamá. Reconozco que he cometido decisiones equivocadas, cayendo en la oscuridad de la drogas. Perdí el camino y te perdí a ti ¡Perder a mamá es el dolor más grande que puede haber! Todos los días me culpo, todos los días sé que soy el responsable también de tu desgracia. Pero necesito creer que el cielo azul se va a ver luego de tan profunda tormenta. Necesito que la oscuridad se disipe y encuentre la luz nuevamente. Te prometo que dejaré todas mis fuerzas en esta batalla, mamá.
18. Las drogan duelen el doble cuando te das cuenta, en un pequeño momento de lucidez, esos que tampoco abundan, que hieres a quienes más quieres. Sí, mi adicción te ha herido, mamá. Sé que te muestras fuerte y poderosa, pero eso lo haces por mí. Y no está mal si por dentro eres un edificio en ruinas. No sabes por qué me encuentro en el peor de los infiernos. Pero si me drogo es mi culpa y de nadie más, mamá. Y saldré adelante por ti, pero sobre todo por mí. Hay mucha vida por delante y ya he desperdiciado demasiado tiempo ¿Te acuerdas de nuestros sueños juntos? Los haremos realidad. No me vencerá el mal.
19. Nunca existieron las palabras para el dolor y la vergüenza, pero podemos hacer el intento, mamá. Hoy las drogas me han vencido, no me puedo detener. La llegada de los profesionales solo marcan una realidad: la adicción ha poseído mi ser. No sé en qué momento comenzó esta pesadilla, no sé por qué me veo envuelto en ella, pero esta es la realidad. Duele tanto no tenerte, perderme momentos con la familia, ser simplemente una persona inerte con la sola idea, fija, de consumir. Pero quien admite sus debilidades está empezando a emprender el camino de la curación. Lucharé mamá de manera infatigable. Y juro que podremos sonreír despreocupadamente, otra vez, como en los viejos tiempos.
20. Necesito honrarte con esta carta, mamá. Has sido una mujer grandiosa, y sé que en estos momentos no la pasa nada bien. Y sí: la pasas mal por mí ¿Te das cuenta, mamá? He dañado a la persona que más amo en el mundo y esa es una cosa que no me la puedo permitir. Por eso esta breve carta solo tiene un sentido: pedirte perdón. Perdón por haberte fallado, perdón por consumir, perdón por romper mis sueños y destruir mi cuerpo. Tengo tantas cosas por las cuales pedirte perdón, porque siempre has sido una madre excepcional. Y si la vida me ha dado dolor, puedes estar segura que nunca vino de ti. Te amo con toda mi alma y, lo repito, busco honrarte con esta carta. No tienes la culpa, nunca la has tenido. Gracias por el apoyo y por la comprensión que siempre me has regalado. Y te puedo prometer algo: saldré adelante porque quiero volver a verte sonreír.